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Avui comptem amb la col·laboració d'un amic, Javier del Olivo, que continuant amb les nostres entrades primaverals ens parlarà dels til·lers i el lied. L'entrada està dividida en dues parts, d'aquí unes setmanes tindrem la segona. Gràcies, Javier!

El passeig dels til·lers - T. Cédric
El passeig dels til·lers - T. Cédric
 
El mundo del lied, y en concreto el del lied romántico, como estamos viendo en las interesantes entradas de este blog, está lleno de simbologías. La Naturaleza, la Muerte, El Amor (casi siempre no correspondido), el Nacionalismo, la Melancolía, son temas que aparecen una y otra vez el los poemas que musican nuestros compositores. Símbolos que aparecen en los versos o incluso a los que se dedican poemas completos. Vamos a hablar en esta entrada de un símbolo y de un compositor que lo toma como suyo. Vamos a hablar del tilo y de Schubert.

El tilo es un árbol con gran simbología en la cultura occidental. En la mitología griega ya aparecía la historia de una gran benefactora de la humanidad, Fílira que en griego quiere decir Tilo. En cierta ocasión Cronos yació con ella, pero la diosa Rea les sorprendió juntos, por lo que él se transformó en caballo y huyó al galope, el hijo que nació fue medio equino y medio humano, el famoso centauro sabio Quirón. Pero a Fílira le repugnaba el monstruo que había engendrado, por lo que rogó a los dioses que lo transformasen. A su manera, los dioses atendieron la súplica de la madre, transformándola a ella en Tilo.

Pero para nuestro tema lo que nos interesa más es sus raíces en la mitología germánica, donde ya era un árbol sagrado para los pueblos indoeuropeos. Alrededor del tilo (árbol frondoso y robusto que puede llegar a vivir 500 años) se reunían las comunidades locales para las celebraciones y bailes pero también para impartir justicia. Por tanto se convirtió en las sociedades germánicas en símbolo de comunidad y amistad. También como lugar de encuentro de los enamorados, y, quizá debido al olor, sabor y propiedades de sus flores, en señal de que todo va bien, de tranquilidad y reposo. Además la recolección de estas flores va unida a la noche mágica de San Juan de la que se piensa que emanan sus virtudes.

Todo ello ha hecho que a lo largo de la historia poética alemana veamos en un considerable número de poemas la aparición de este árbol tan especial. Y Schubert no podía estar ajeno a este símbolo en los versos al los que puso música. Aunque son varios en los que aparece el árbol, nos vamos a centrar en los que llevan su título referencias claras al tilo.

Dentro de los trece lieder que sobre textos de Ludwig Theobul Kosengarten, escritor alemán a caballo entre los s. XVIII y XIX, Schubert crea en el verano de 1815 dos versiones sobre el mismo poema: Abends unter der Linde (Al atardecer bajo el Tilo). Estos dos lieder (D.235 y D.237) aunque se basan en el mismo poema son musicalmente diferentes. Si el primero (que toma sólo las dos primeras estrofas) es considerado más anacrónico, la segunda versión (que toma todas las estrofas excepto la segunda), creada al día siguiente de la primera, pueden verse ya características muy schubertianas como la sucesión de negra punteada-corchea. El poeta, dentro de su extrema melancolía, ve a los enamorados felices y tranquilos bajo la sombra protectora del tilo, y se alegra por ellos aunque él esté triste. Este es el poema.

Oigamos las dos versiones, interpretadas por Dietrich Fischer-Dieskau y Gerald Moore la primera y Anthony Rolfe-Johnson y Graham Johnson la segunda.

Abends unter der Linde, D.235 
Abends unter der Linde, D.237 
 

Woher, o namenloses Sehnen,
Das den beklemmten Busen preßt?
Woher, ihr bittersüßen Tränen,
Die ihr das Auge dämmernd näßt?
O Abendrot, o Mondenblitz,
Flimmt blaßer um den Lindensitz!

Es säuselt in dem Laub der Linde;
Es flüstert im Akazienstrauch.
Mir schmeichelt süß, mir schmeichelt linde
Des grauen Abends lauer Hauch.
Es spricht um mich wie Geistergruß;
Es weht mich an wie Engelkuß.

Es glänzt, es glänzt im Nachtgefilde,
Der Linde grauer Scheitel bebt -
Verklärte, himmlische Gebilde,
Seid ihr es, die ihr mich umschwebt?
Ich fühle eures Atems Kuß,
O Julie, o Emilius!

Bleibt, Sel'ge, bleibt in eurem Eden!
Des Lebens Hauch bläst schwer und schwül
Durch stumme leichenvolle Öden.
Elysium ist mild und kühl.
Elysium ist wonnevoll -
Fahrt wohl, ihr Trauten! fahret wohl!

¿De dónde vienes, deseo sin nombre,
que mi angustiado pecho oprimes?
¿de dónde, dulces y amargas lágrimas,
que cayendo mojáis mis ojos?
¡Oh, rojo atardecer!, ¡oh, brillante luna!
Ilumina pálidamente alrededor de los tilos.

Tiemblan las hojas del tilo;
cuchichea la acacia.
Me acaricia dulce y suavemente
la cálida brisa del atardecer.
Se escucha en torno a mi el saludo de un espíritu;
soy tocado como por el beso de un ángel.

Brilla la campiña en la noche.
La copa del tilo gris se mece.
Transfigurada forma celestial,
¿eres tú quién a mi alrededor se mueve?
Siento el beso de vuestro aliento,
¡oh, Julia!, ¡oh, Emilio!

¡Permaneced bienaventurados en vuestro Edén!
El hálito de la vida sopla pesado y sofocante
a través de silenciosos desiertos llenos de cadáveres.
El Elíseo es suave y fresco.
El Elíseo está lleno de delicias.
¡Adiós, amigos, adiós!


(traducció de Fernando Pérez Cárceles)

 
Del verano de 1817 es el siguiente lied que tiene como eje fundamental nuestro árbol. Se trata de Die abgeblühte Linde (El tilo sin flores), sobre textos del conde Széchényi. El tilo sirve en este caso como referencia a los vaivenes del tiempo y a la fidelidad como base del amor. Musicalmente Pérez Cárceles señala: "El lied es como una pequeña escena de ópera, con su recitativo inicial seguido de un airoso y una animada coda".

La escuchamos interpretada por Edith Mathis y Graham Johnson.

Die abgeblühte Linde D.514 
 

Wirst du halten, was du schwurst,
Wenn mir die Zeit die Locken bleicht?
Wie du über Berge fuhrst,
Eilt das Wiedersehn nicht leicht.

Ändrung ist das Kind der Zeit,
Wo mit Trennung uns bedroht,
Und was die Zukunft beut,
Ist ein blässer's Lebensrot.

Sieh, die Linde blühet noch,
Als du heute von ihr gehst;
Wirst sie wieder finden, doch
Ihre Blüten stiehlt der West.

Einsam steht sie dann, vorbei
Geht man kalt, bemerkt sie kaum.
Nur der Gärtner bleibt ihr treu,
Denn er liebt in ihr den Baum.

¿Mantendrás lo que prometiste
cuando el tiempo me blanquee los cabellos?
Igual que cuando pasas la montaña,
el apresurarte en regresar no es fácil.

El cambio es hijo del tiempo,
que con la separación nos amenaza,
y el futuro que nos muestra
es un pálido reflejo de la vida.

Mira, el tilo ahora florece
cuando hoy te alejas de él;
lo encontrarás otra vez, pero
sus flores las habrá robado el viento del oeste.

Entonces quedará solitario, a su lado
la gente pasará indiferente, sin mirarlo apenas.
Solo el jardinero le es fiel,
porque ama al árbol por sí mismo.


(traducció de Fernando Pérez Cárceles)

 

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