Als lectors habituals us serà familiar el títol d'aquesta entrada, que indica que cedeixo l'espai setmanat a un estudiant del Màster en Lied de l'ESMUC. Com us avançava la setmana passada, comencem el quart any de col·laboració amb el Màster, en concret amb l'assignatura "Literatura del gènere. Repertori del lied alemany", impartida per la pianista Viviana Salisi. Ho fem amb el treball de la pianista Elena Cid, que ens retorna a aquells temps en què parlàvem de cuques. Gràcies, Elena!

Aus Goethes Faust

Todos los lieder hablan de ti. De ti, de mi, de nosotros…. Con los lieder pasa como con los cuentos de hadas, que si nos paramos a mirarlos con atención encontramos una metáfora de la propia vida. Esta es una de las cosas que experimento cada vez más como estudiante de Lied. Y eso es lo que ocurre con la canción de Beethoven que voy a comentar.

Se trata del lied Aus Goethe’s Faust, (Del Fausto de Goethe), más conocido como Floh Lied (Canción de la pulga) o Es war einmal ein König (Había una vez un rey).

En mi vida he tenido pocos encuentros con pulgas, pero suficientes para saber lo molestas que pueden llegar a ser. Uno de ellos fue un verano en que hicimos un intercambio de casa con una familia francesa. Vivían en una casa muy artística, en una ladera que daba a un canal navegable. Un sitio precioso y una casa en varios niveles, toda de madera y moqueta. Tenían un bonito piano blanco de pared y una joven gatita siamesa. Al cabo de unos días de estar allí empezaron a salir puntitos negros que saltaban de un sitio a otro. En cualquier momento podía aparecer un visitante minúsculo y saltarín entre las sábanas blancas, en la banqueta del piano, deslizándose por los pentagramas de mis partituras y saltando por el teclado.

Mi querido compañero de máster, Juan Pablo Sandoval, fue quien me descubrió esta obra. Propuso que la estudiáramos juntos con motivo del 250 aniversario de Beethoven. La situación que estamos viviendo con esta pandemia me ha hecho volver a ella. Hay un paralelismo entre las dos: es un ser vivo insignificante el que cobra un protagonismo desmesurado en la corte de la canción; y es un virus, un ser microscópico, quien ha puesto en jaque a la población mundial, incluso a los países más ricos con todos sus avances científicos.

En el Fausto de Goethe, Mefistófeles (el diablo) canta esta balada en una taberna de Leipzig. Allí los lugareños, que bebían y cantaban animadamente, piden a los recién llegados también una canción. Mefistófeles responde que acaban de llegar de España (¡precisamente!), el bello país del vino y sus canciones, y entona la canción de la pulga. Es la historia de un rey que tenía una pulga a la que quería como a su propia hija. La viste con trajes a medida, la nombra ministra y trae a toda su familia a la corte, sin importarle el suplicio que le causa a la reina y a todos los miembros de la corte.

La elección de este texto y la manera de ponerlo en música, nos adentran en el sentido del humor de Beethoven, que no es precisamente su faceta más conocida - siempre sale enfadado en los retratos. La situación que se narra es ridícula, pero bajo ella hay una sátira moral sobre cómo un ser insignificante se vuelve importante, incluso intocable, al amparo de un poderoso. Esto me cuadra más con el ceño fruncido de Ludwig. Probablemente se sintió identificado al leer la historia y llamado a ponerle música. ¿En qué ser insignificante estaría pensando Beethoven al componer la canción?

En 1792, cuando empezó a trabajar en este lied, Beethoven tenía 22 años y no vivía una situación fácil. Su madre había muerto en 1787 y su padre se había alcoholizado y acabado en la cárcel. Él tuvo que mantener a sus hermanos menores tocando el violín en una orquesta y dando clases de piano durante cinco años, mientras su padre seguía preso y finalmente moría en 1792. Ese año por fin pudo trasladarse a Viena y emprender su carrera como compositor de éxito. El lied de la pulga lo publicó en 1809, dentro de los 6 lieder op. 75, tres de ellos con textos de Goethe. Dos años después conocería al escritor en persona a través de una amiga común, que los hizo coincidir en un balneario. Tras este encuentro Goethe dio fe del talento del compositor ...así como de su mal humor.

Pero veamos cómo plasma Beethoven el carácter satírico de la historia. Es asombroso cómo lo consigue con elementos musicales tan sencillos y a la vez tan efectivos.

El lied se estructura en tres estrofas y una coda, a través de las cuales se desarrolla la historia narrada por Mefistófeles. El retrato sonoro de la pulga es el primer elemento humorístico que percibimos al escuchar la canción. Aparece en el piano al principio y al final de cada estrofa, con figuras fugaces que saltan por el teclado. La insolente pulga repite la última frase del cantante con notas de adorno y trinos añadidos a modo de burla. En la tercera estrofa será el coro, real o imaginario, quien haga esta repetición sobreponiéndose de la vocecita de la pulga. Contrastando con la sonoridad de la pulga, la voz del cantante suena grave y marcha a un ritmo más pausado. El acompañamiento acórdico del piano añade resonancias medievales. La narración cobra así un tono regio y en apariencia solemne. El cantante abandona ese tono en la coda para reírse abiertamente del absurdo y repetir cada vez más rápido: “nosotros nos rascamos y las matamos en cuanto una nos pica”.

La canción está en modo menor, sin embargo, tanto el cantante como la pulga terminan la última frase de cada estrofa con un acorde en modo mayor. Esta pincelada de modo mayor comunica a nuestros oídos que la gravedad del modo menor es una comedia. La broma se termina de confirmar en la coda, cuando la alternancia con el modo mayor se va acelerando hasta quedarse en el acorde de sol mayor durante los cuatro últimos compases.

Por último se escucha al pianista persiguiendo a la pulga por el teclado hasta que la aplasta. Así lo debió imaginar Beethoven al indicar que las parejas de fusas del final se toquen ambas con el pulgar, dando lugar al gesto de aplastar la pulga sobre el teclado.

Por otra parte, el compositor nos brinda una broma gráfica: las notas que corresponden a la pulga, fusas y semicorcheas, van acompañadas de puntos de staccatto o picado, por lo que parecen pulgas saltando por el papel pautado. Esta parte de la broma la disfrutan los intérpretes, ya que el público no suele ver la partitura.

En cuanto a aspectos interpretativos me gustaría señalar la dificultad de escoger un tempo que satisfaga a la vez el ritmo de la narración y el ritmo de la pulga. En la versión de Fischer Dieskau y Jörg Demus que se escuchó en otra entrada del blog, el tempo se decanta por el movimiento rápido de la pulga y la narración queda un poco acelerada para mi gusto. En ese tempo, el pianista demuestra un gran virtuosismo al saltar con ligereza y precisión por el teclado a gran velocidad. Aunque tal vez el mayor reto sea el que aguarda al cantante en la coda final, que es un auténtico trabalenguas. Sería como repetir cada vez más rápido “Tres tristes tigres comían trigo en un trigal”. ¿Se imaginan a un alemán diciendo esta frase con extrema rapidez y perfección en español y además cantando? Esa es la dificultad que entraña el desternillante final, especialmente para el cantante cuya lengua materna no sea el alemán. Aun así, no es esta la única razón por la cual nosotros elegimos un tempo más lento para interpretarla. No podemos imaginarnos a Mefistófeles en la taberna cantando el cuento a toda prisa, sino tomándose su tiempo para degustar el tono y las palabras con las que subyugar a sus oyentes. La indicación de Poco Allegretto al principio de la partitura parece reafirmar nuestra idea.

Propongo para escuchar la versión de Andreas Schiff y Peter Schreier. No sólo porque coinciden con mi parecer en la elección del tempo. Lo que más me llamó la atención en un primer momento fue la vivacidad de la pulga en manos de Schiff. Articula la voz aguda de la pulga con sus trinos y mordentes con mucha resolución y un timbre muy brillante. Tanto, que me imagino perfectamente a la pulga, más chula que un ocho, haciendo piruetas y burlándose de todos bajo la protección del rey. Schreier por su parte me parece un excelente narrador, pues canta de forma tan natural como si estuviera hablando. Hace viva la historia en nuestra imaginación. Cambia el color de la voz según el momento de la narración, como por ejemplo cuando habla el rey. Me gusta cómo enfatiza palabras clave remarcando algunas consonantes y reserva los quiebros más expresivos de la voz para la estrofa final, cuando cuenta los padecimientos de las damas y caballeros de la corte ante la plaga de pulgas. Después de escuchar su versión varias veces he llegado a la conclusión de que realmente hacen una interpretación magistral.

Sobre la autora Elena Cid Iriarte es una pianista nacida en Málaga y actualmente cursa el Máster en Lied de la ESMUC en Barcelona.
 

Aus Goethes Faust

Es war einmal ein König,
der hatt’ einen goßen Floh,
den liebt’ er gar nich wenig,
als wie seinen eignen Sohn.
 
Da rief er seinen Schneider,
der Schneider kam heran:
Da, miß dem Junker Kleider
und miß ihm Hosen an!
 
In Sammet und in Seide
war er nun angetan,
hatte Bänder auf dem Kleide,
hatt’ auch ein Kreuz daran.
 
Und war sogleich Minister
und hatt’ einen goßen Stern,
da wurden seine Geschwister
bei Hof auch große Herrn.
 
Und Herrn und Frau’n am Hofe,
die waren sehr geplagt,
die Königin und die Zofe
gestochen und genagt.
 
Und durften sie nicht knicken
und weg sie jucken nicht.
Wir knicken und ersticken
doch gleich, wenn einer sticht.

Había una vez un rey,
que tenía una gran pulga,
a la que amaba no menos
que a su propio hijo.
 
Llamó pues a su sastre
y el sastre acudió presto:
Anda, toma medidas a este noble
para vestidos y pantalones.
 
De terciopelo y seda
fue luego ella vestida,
con bandas sobre el traje,
además de una gran cruz.
 
De inmediato fue ministra, 
llevaba una gran estrella,
y fueron sus parientes
grandes señores en la corte.
 
Y señores y damas de la corte
fueron muy picados,
y la reina con sus damas
picadas y mordidas.
 
Mas no podían matarlas,
y ni rascarse  siquiera.
Nosotros sí las aplastamos y matamos
tan pronto una nos pica.

(traducció de Saúl Botero-Restrepo)

 

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