La Nerea Benavent ens parla de la història tràgica d'Elisabeth Kulmann i ens presenta Reich mir die Hand, o Wolke, el cinquè lied del cicle de Robert Schumann Sieben Lieder von Elisabeth Kulmann. Gràcies, Nerea!

La trombe - Gustave Courbet
La tempesta - G. Courbet

Humanamente, asumir una tragedia tan grande como la muerte de los seres queridos, es una tarea muy difícil. Esta fue la situación que asoló a la joven escritora Elisabeth Kulmann (1808-1825), pues perdió a su padre cuando tan solo era una niña y a sus seis hermanos en la guerra, de manera que solo le quedó el abrigo de su madre para hacer frente al dolor y la tristeza, acentuados por la profunda pobreza en la que se vieron sumidas. Lejos de hundirse en la amargura, madre e hija hicieron frente a la adversidad y Elisabeth recibió una buena educación gracias a su madre, lo que le permitió desarrollar un auténtico dominio de las lenguas y de la literatura y la escritura. Compuso sus primeros poemas a la temprana edad de once años inspirándose en temas relacionados con la naturaleza, sus experiencias e incluso con el amor que sentía por su patria; si bien, a medida que crecía, la sombra del sufrimiento por la muerte de su padre y sus hermanos, se hacía patente en sus obras. Este es el caso del poema Reich mir die Hand, o Wolke, en el que Kulmann expresa abiertamente su deseo de morir para poder reencontrarse con sus familiares desaparecidos.

Resulta bastante comprensible que la reacción de la joven escritora ante tal tragedia sea, como se demuestra en el poema, el desprecio de la vida terrena y el deseo de una vida en el más allá con la esperanza de aspirar a la felicidad que no encuentra. Esta actitud se corresponde con el tópico del contemptus mundi, que tiene su origen en el libro de Job de la Biblia y que fue ampliamente utilizado en la Edad Media, como por ejemplo en las Coplas a la muerte de su padre de Jorque Manrique, a partir de la obra de Bernardo de Cluny De contemptu mundi. El tópico fue retomado en el Barroco, tanto en la literatura, como el famoso “muero porque no muero” de Santa Teresa de Jesús o en las pinturas de Valdés Leal y en la época del Romanticismo, en tanto que los autores reaccionaron al racionalismo de la Ilustración, se retomó. Así pues, esta faceta tenebrista del ambiente romántico pudo influir en Elisabeth, que tanto interés demostraba por la literatura. Sin embargo, no se debe olvidar que Elisabeth tan solo era una joven, por lo que la personalización de la nube, su intento de conversar con ella e incluso la visión de sus hermanos y de su padre en el cielo son el fruto de una imaginación aún infantil. Elisabeth volcaba su angustia en la escritura y se imaginaba abandonando por fin la tierra para disfrutar de la eternidad de la vida celestial con sus seres queridos.

El destino quiso que los deseos de la joven Kulmann se cumplieran, pues con tan solo diecisiete años enfermó gravemente y murió a los pocos meses.

No es de extrañar tampoco a Schumann eligiera la obra de Kulmann para componer un ciclo de lieder al final de su vida, pues debió quedar fascinado por la trágica historia de la joven y, quien sabe si también se sentía identificado con su sufrimiento, pues Schumann también se encontraba en una situación desgraciada por el deterioro de su salud mental. Además, tampoco resulta raro que tuviera acceso a los textos de Kulmann, pues a pesar de que ser una escritora mujer y joven, algo muy poco valorado en la época, su obra fue difundida por el que fue su maestro, Karl Großheinrich, y llegó a manos de grandes autores como Goethe y Jean Paul. El ciclo Sieben Lieder von Elisabeth Kulmann debió tener un significado especial para Schumann, pues escribió un prólogo y un post scriptum como dedicatoria a Kulmann, además de un comentario explicativo del texto de cada uno de los siete lieder:

"Como a menudo en su poesía, se ocupa de visionar a sus seres queridos desaparecidos. Con un amor afectuoso se aferra a este mundo, sus flores, luminosos astros, los nobles seres humanos que se encuentra en su corta trayectoria de vida. Pero presiente que pronto debe abandonar este mundo."

(Traducción de Nerea Benavent revisada por Susana Weber.)

Reich mir die Hand, o Wolke es sin duda el más dramático de los que componen el ciclo. Schumann consigue una gran conjunción con el significado del texto, pues en casi todo el lied hay un trémolo constante en el piano que evoca una tormenta: la tormenta de la que forma parte la nube a la que se dirige Elisabeth. Además, dos imperativos con los que se inician los dos primeros versos se corresponden con una síncopa que sugiere el reclamo desesperado que hace la escritora a la nube. La tonalidad del lied es sol menor, pero en ocasiones Schumann consigue crear diferentes sensaciones a través de las modulaciones, como la utilización de la bemol mayor cuando habla de sus hermanos en el cielo, que evoca un sentimiento nostálgico o el contundente do mayor al mencionar a su padre. En general el lied transporta a una sensación de desesperación y desasosiego constante, la misma que probablemente sentía Elisabeth Kulmann cuando escribió el poema.

La versión del lied que he elegido para ilustrar este trabajo es la de Edith Mathis y Christoph Eschenbach.

 

Sobre la autora

Nerea Benavent Peiró (Valencia, 1993) es graduada en Filología Clásica por la Universidad de Valencia en 2016 y en Canto por el Centro Superior de Música del País Vasco Musikene en 2019, máster en Investigación Musical por la Universidad Internacional de Valencia y en la actualidad cursa el Máster de Lied “Victoria de los Ángeles” en la ESMUC.

 

Reich mir die Hand, o Wolke

"Wie oft in ihren Dichtungen beschäftigt sie sich visionsartig mit ihren Hingeschiedenen. Mit herzlicher Liebe hängt sie an dieser Welt, ihren Blumen, den leuchtenden Gestirnen, den edlen Menschen, die ihr auf ihrem kurzen Lebensweg begegneten. Aber es ahnt ihr, dass sie sie bald verlassen muss."

Reich mir die Hand, o Wolke,
heb mich zu dir empor!
dort stehen meine Brüder
am offnen Himmelsthor.
Sie sind’s, obgleich im Leben
Ich niemals sie geseh’n,
Ich seh’ in ihrer Mitte
Ja unsern Vater steh’n!
sie schau’n auf mich hernieder,
sie winken mir zu sich.
O reich’ die Hand mir, Wolke,
schnell, schnell erhebe mich!ginal

Tiéndeme la mano, oh nube,
levántame hacia ti.
Allí están mis hermanos
en la puerta abierta del cielo.
Son ellos, aunque en vida
yo jamás los haya visto,
pues veo en medio de ellos
a nuestro padre.
Me miran desde arriba
me hacen señas para que me vaya hacia ellos.
Tiéndeme la mano, oh nube,
¡rápido, rápido, álzame!

(traducción de Nerea Benavent revisada por Susana Weber)

 

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